En este episodio, se habla del cine como un espacio en el que es posible conjugar elementos del mundo simbólico con la realidad.
María Alché es una actriz, directora y guionista argentina. Debutó en el cine como protagonista de La niña santa, de Lucrecia Martel. En sus obras como directora se ha interesado por retratar personajes impredecibles en contextos familiares disfuncionales, en los que la vida cotidiana se diluye con la fantasía y la dimensión onírica. Dirigió los cortometrajes Noelia y Gulliver, seleccionados en las competencias de ZINEBI y Locarno. En 2018 estrenó su ópera prima Familia sumergida, también presentada en Locarno y ganadora del Premio Horizontes Latinos de San Sebastián, festival en el que también obtuvo el Premio a Mejor Guion por su segundo largometraje, Puan, en codirección con Benjamín Naishtat.
Por otro lado, Marcelo Martinessi es un director y guionista paraguayo, cuyo trabajo ha cuestionado la desigualdad y el conservadurismo de su país. En 2010 se encargó de la creación de la primera televisión pública de Paraguay y con ello emprendió un revolucionario proyecto cultural que, rápidamente, se vio truncado por el golpe militar. Dirigió los cortometrajes Karai Norte, Calle última y La voz perdida, con el que ganó el León a Mejor Cortometraje en el Festival de Venecia. En 2018, su primer largometraje, Las herederas, hizo parte de la Competencia Oficial de la Berlinale y obtuvo el Premio a la Mejor Ópera Prima, el Premio de la Crítica FIPRESCI y el Oso de Plata a Mejor Actriz.
María y Marcelo se reúnen para hablar de sus primeras experiencias cinematográficas y del ritual colectivo que entrañan las salas de cine.
Con la participación de María Alché y Marcelo Martinessi
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MUBI y La Corriente del Golfo Podcast presentan
ENCUENTROS, un podcast de MUBI. La plataforma de cine seleccionado a mano.
MARÍA ALCHÉ: Me gusta ese lugar más vulnerable de la dirección que asume sus preguntas, ¿no? De que en el ensayo se está preguntando cosas.
Las voces más destacadas de Latinoamérica y España se reúnen para compartir y explorar el cine que nos gusta ver.
MARCELO MARTINESSI: Y creo que hay trabajos que cuando uno más desaparezca, más brillan, se vuelve más honesto, más fuerte, más humanos.
En este episodio, se habla del cine como un espacio para conjugar elementos del mundo simbólico con la realidad.
María Alché es una actriz, directora y guionista argentina. Debutó en el cine como protagonista de La niña santa, de Lucrecia Martel. En sus obras como directora se ha interesado por retratar personajes impredecibles en contextos familiares disfuncionales, en los que la vida cotidiana se diluye con la fantasía y la dimensión onírica.
Dirigió los cortometrajes Noelia y Gulliver, seleccionados en las competencias de ZINEBI y Locarno. En 2018 estrenó su ópera prima Familia sumergida, también presentada en Locarno y ganadora del Premio Horizontes Latinos de San Sebastián, festival en el que también obtuvo el Premio a Mejor Guion por su segundo largometraje, Puan, en codirección con Benjamín Naishtat.
Por otro lado, Marcelo Martinessi es un director y guionista paraguayo, cuyo trabajo ha cuestionado la desigualdad y el conservadurismo de su país. En 2010 se encargó de la creación de la primera televisión pública de Paraguay y con ello emprendió un revolucionario proyecto cultural que, rápidamente, se vio truncado por el golpe militar.
Dirigió los cortometrajes Karai Norte, Calle última y La voz perdida, con el que ganó el León a Mejor Cortometraje en el Festival de Venecia. En 2018, su primer largometraje, Las herederas, hizo parte de la Competencia Oficial de la Berlinale y obtuvo el Premio a la Mejor Ópera Prima, el Premio de la Crítica FIPRESCI y el Oso de Plata a Mejor Actriz.
María y Marcelo se reúnen para hablar de sus primeras experiencias cinematográficas y del ritual colectivo que entrañan las salas de cine.
MARCELO MARTINESSI: ¿Cómo estás, Mery?
MARÍA ALCHÉ: ¿Cómo estás, Marce? Tanto tiempo.
MARCELO MARTINESSI: Qué gusto verte. ¿Qué tal Puan? ¿Está todavía en tu cabeza? ¿Así…?
MARÍA ALCHÉ: Sí, porque… sí, porque acabo de volver de San Pablo de hacer el color.
MARCELO MARTINESSI: Ajá.
MARÍA ALCHÉ: Eh, con, con Hélène, que, que vino así, que estaba filmando en Fortaleza y vino a, a San Pablo un día y estuvimos ahí terminando de hacer el color, así que ahora estamos haciendo el poster y los títulos y varias cosas.
MARCELO MARTINESSI: Qué gusto. Mery, te traje regalo. Estaba pensando en cómo arrancar porque me parecía lo más difícil a veces con la–cuando uno tiene que hablar de, de todo lo que de alguna forma me parecía que está alrededor de nuestra relación, de nuestra, ehm, forma de también de ver lo que hacemos y encontré algo re-interesante esta mañana: un libro.
MARÍA ALCHÉ: Ah, qué lindo.
MARCELO MARTINESSI: [Carraspea] Encontré un libro de una poeta que se llama Esther de Izaguirre, Último domicilio conocido, y tiene un poema cortito que te quiero leer, se llama…
MARÍA ALCHÉ: Dale, adelante.
MARCELO MARTINESSI: “Me despido de Asunción una vez más”. [Empieza a recitar] “Me voy de mí cuando pierdo de vista la morada, aquel enarbolado idioma, las palabras que me llegan del tabacal y las capueras. Volveré a Buenos Aires, cepo reverenciado, tierra hurtada de mi primer insomnio. Tenía cinco años y me hacían hablar para reírse de mi pobre respuesta. “¿Cómo te va, paraguayita?”. “Bien nomá”. Y me ahogaban el guaraní de las muñecas. “Bien nomá”. Desangrada y triunfante. “Bien nomá”. Aquí se quedarán mis ojos y ni sé de quién son cuando despiden con lágrimas ajenas a las cenizas de mi abuela india, al balbuceo de mi infancia muerta”.
Episodio 2. La trama secreta
MARCELO MARTINESSI: Quería volver un poco atrás, Mery, al, al, al comienzo tuyo. ¿A vos te parece que vos entrás al cine como La niña santa? ¿Esa es tu entrada al cine? ¿Esa es la, la primera como…? Sentiste, pregunto, cuando yo te… Si te preguntara, ¿verdad? ¿De qué forma entrás al cine? ¿Sentís que ese personaje es como tu primer paso?
MARÍA ALCHÉ: Sí, es mi primer paso, pero también… O sea, de…. Eh, también es mi primer paso también haber estado en ese rodaje, ¿no?
MARCELO MARTINESSI: Claro, claro.
MARÍA ALCHÉ: Haber estado en ese rodaje con esa película filmada en 35mm que nos llevó a estar a todos viviendo dos meses en Salta con esos actores, como, como eran Urdapilleta, que era alguien a quien yo ya admiraba muchísimo, eh, con un equipo que era como un equipo técnico que había trabajado en muchas películas de cine argentino de distintas épocas, con mujeres grandes, independientes, en roles como, no sé, la jefa de producción, eh, la directora de arte, bueno, el director de fotografía, que era el Chango Monti, también que había trabajado con María Luisa Bemberg, eran como todas figuras de… específicas del cine argentino que venían con una historia detrás, mismo Lita Stantic, y por supuesto Lucrecia, con toda su, su manera de dirigir como entre híperprecisa e hípercalma y suave y con mucho humor que, que obviamente me marcó mucho toda esa experiencia, de comprender un poco la vida de cine como una vida como de circo, de trashumante, no sé, de estamos todos acá creando esta burbuja de tiempo, eh, donde un poco la realidad se mezcla con la ficción, porque vivíamos en ese hotel de termas y cuando no estábamos filmando estábamos entre esos vapores conversando y todo lo que pasaba era un poco la realidad y después Lucrecia sacaba unos parlantes afuera, medio un bosque y así, y bailábamos y después volvíamos a filmar y había como una–eso hermoso que pasa cuando, cuando uno filma en un lugar en particular, ¿no? Lejos y todas esas… Y en rodajes que ahora en Latinoamérica no sé si son posibles, ¿no? De hacer de ocho semanas, como mucho tiempo. Entonces toda esa experiencia, sí, para mí que tenía 19 años, fue como, bueno, como muy importante, ¿no…? En el sentido de, de algo muy artístico, en el buen sentido, con mucho trabajo, con mucho pensamiento, con mucho, no sé, muy especial. Y a su vez con, con algo que tiene Lucrecia para relacionarse con las cosas que es como mucha sencillez y mucho humor también. Entonces, creo que eso, por supuesto que para mí fue muy importante. ¿Sí era eso lo que me preguntabas?
MARCELO MARTINESSI: Era eso, Mery, porque yo siempre, cuando hago casting, busco gente que de alguna manera esté en crisis, gente que quiera… que esté incómoda con, con ese momento de su vida, no con quién es, sino de alguna manera que tenga cierta comodidad… cierta incomodidad, y que tenga como un deseo de transformarse.
MARÍA ALCHÉ: Está bueno.
MARCELO MARTINESSI: Y me pregunto si esa experiencia para vos fue transformadora, si saliste otra Mery de la que entraste, porque creo que de alguna, de alguna manera, cuando veo, ehm, cuando te leo, cuando conversamos, siento que hay un hilo muy claro entre tu infancia, tu adolescencia y lo que vos decidiste hacer. Pero por ahí lo que pienso que habrá sido transformador en ese proceso, ha sido la posibilidad de mirar ese pasado, esa infancia, esa adolescencia, esa familia tuya, que son adorables –las veces que lo conocí, me parece una familia muy divertida tu familia. Y mirarles de repente, Mery, con otros ojos, animarse por ahí a ver otras cosas que si no pasabas por experiencias de ese tipo quizá no ibas a, no ibas a poner un acento sobre algunas cosas de esa vida familiar, de esa vida doméstica que moldea bastante tu trabajo.
MARÍA ALCHÉ: Yo creo que yo ya un poco tenía el ojo puesto en eso, en el sentido de que ya de chica tenía como las ganas de dirigir. Era algo que sabía y también venía como escribiendo. Quizás lo que me trajo ese proyecto y ese rodaje fue la posibilidad de pensar en hacer cine, porque yo siempre había pensado que iba a dirigir teatro porque tenía asociado el cine como algo como difícil y casi te diría de varones, no sé, como masculino, complicado, las cámaras, no sé, cómo un mundo que no era tanto para mujeres. Y quizás lo que más me marcó es también de ver una directora mujer en ese sentido, ¿no? Que dirigía desde un lugar que no era como de, no sé, de como de la autoridad o del director, sino que tenía como una manera distinta de dirigir y creo que eso sí fue algo fuerte que me cambió decir “Ah, bueno”, no sé, como: “Existe una posibilidad de, de dirigir y es una posibilidad otra que no es desde”, no sé, “desde imponer autoridad gritando”, no sé. Como algo interesante y también algo que me marcó mucho, y que esto sí quizás tiene que ver con, con un descubrimiento o algo que, que me atravesó fue la, la relación que tenía Lucrecia con todos los mundos que investigaba para su película, como la libertad con la que iba hacia, no sé, desde… Por ejemplo, para La niña santa desde Hildegarda von Bingen, que era una mística del 1200, que tenía visiones, que decía que tenía visiones y había pedido mover el convento de un lugar donde estaba con unos tipos a otro lado. Entonces las visiones que, que dibujaba el personaje de Julieta Zylberberg estaban basadas en esos dibujos hasta, no sé, temas científicos que tenían que ver con los médicos, como… Quizás lo que más me, me resultó fascinante fue todo lo que, todo lo que se investigaba para una película y con tanto detalle y con tanta precisión que uno después la veía–lo veía en la película, en pequeños detalles, como entender eso, que además de lo familiar y lo, lo visual, había como un montón de cosas que sostenían esa, esa, lo de la película, ¿no? Esa dimensión de, de trabajo.
MARCELO MARTINESSI: Creo que te escuché en alguna de las veces que hablamos, a todos los lugares que eso te permite ir, ¿verdad? Todas las puertas que se pueden abrir a partir de una, de una historia, ¿verdad?
MARÍA ALCHÉ: Totalmente, sí. Y, y creo que algo de eso fue revelador para mí en ese sentido. Eh, cómo también entraba en el cine desde eso, podía ser lo religioso, lo científico, lo político, lo poético, como no… ¿no? Como que en una pieza audiovisual todo puede, puede existir.
MARCELO MARTINESSI: Estoy pensando nomás un poco en… Yo siempre como que busco, ehm, estructurar las cosas que veo en, en una narrativa posible. Siento que de repente veo, ehm, o leo o escucho y siempre trato… Me estaba pensando anoche en eso, siempre trato de que eso forme parte, ¿verdad?, de una narrativa posible. Y tengo, Mery, como un empeño casi siempre en juntar esas piezas y encontrarles una forma, eh, muy rápidamente. Trato enseguida de que eso encuentre una asociación, una relación y pueda ser parte de una narrativa. Y en eso me parecía que ayer, volviendo a, a ver Familia sumergida –te quiero hablar de eso porque era uno de los temas que tenía como para comentarte– creo que hay un coraje en tu, en tu forma de narrar que encuentra esas piezas y no necesariamente las quieres estructurar. Juega mucho con ese espejo roto, juega mucho con esa cosa que está totalmente desestructurada, libre, y que de alguna manera me obliga a mí, como espectador, como seguidor de esas historias, a unir los pedazos con la… a tomarme la libertad de unir, y me exige mucho más. Y eso me parecía muy atractivo porque realmente nunca lo analicé de esa forma y en Familia sumergida sentí eso, pero nunca vi… o sea, nunca me tomé por ahí el, el trabajo de pensar por qué era eso, que de repente por ahí en Noelia está también muy presente, ¿verdad? Esa, esa necesidad, eh, o más que nada, esa libertad que vos tenés de poder, ehm, desestructurar todo porque la estructura pasa por otro lado, la estructura es mucho, mucho menos evidente.
MARÍA ALCHÉ: Totalmente, sí. Y en relación a eso había como un comentario de esto de, bueno, decían cómo, cómo influencian la filosofía y las letras en, en nuestro trabajo, nuestra aproximación al cine y yo… Y en relación a eso me acabo de acordar de esa pregunta, en relación a lo que vos comentás, porque para mí la filosofía o a mí entender cómo la, cómo entender el pensamiento de un filósofo que, o filósofa, que es de esquemas, donde para entender a cómo piensa alguien es más fácil… Se puede comprender un esquema, que es como una canción donde hay palabras que se repiten, o quizás son tres conceptos que después se relacionan. Y me parece que esa idea de un esquema con cosas que entran en tensión te obliga a salir como de la línea de tiempo. Entonces, te obliga a salir de esa lógica donde ya hay como, como una línea donde hay que instalar conflictos que se van a ir resolviendo y me parece que pensar la posibilidad de un relato como algo con volumen, eh, y como algo que es un esquema, es un mundo con unas reglas, quizás ayuda a que esté liberada de esa sensación de que la trama tiene que avanzar en un sentido de una línea y eso que vos decís del espejo fracturado me parece que igual tiene un sustento el universo, pero no es un sustento tanto que avanza como, como en una línea, sino que tiene otra lógica. Al menos a mí, para pensar a veces las historias me, me ayuda pensar como en universos que no necesariamente se relacionan y que los voy a poner juntos y cómo entran en tensión y como también, nada, hacerlos existir en una trama secreta o sustentados o… Bueno, “trama secreta” me gusta porque también es una palabra que usa mucho Raúl Ruiz en su libro Poéticas del cine. Es un libro que a mí me gusta mucho, donde él en el primer capítulo habla de esto como en contra del conflicto central y explica esto que, bueno, la estructura de Hollywood, de las, de las películas donde siempre tiene que haber una cosa que se enfrenta a otra y eso se resuelve, hay un ganador, ¿no? Cualquier historia. Bueno, supongo que viene de la aristotélica clásica. Y él habla ahí un poco cómo otras culturas pueden representar su narración, ¿no? Y habla, por ejemplo, de Portugal y hace el ejemplo de, de una guerra en la que están resistiendo y su manera de resistir es como la retirada lenta. Entonces él dice “Bueno, quizás la narrativa no es de enfrentamiento de una fuerza que va contra la otra, sino que tiene otra forma”. Entonces, un poco pensando en ese tipo de poéticas, me parece que cada lugar también tiene que encontrar una manera intrínseca de, de contar algo de su cultura y que esa es la, como la riqueza de, de, de alguien que produce imágenes desde un espacio en particular, ¿no?
MARCELO MARTINESSI: ¡Uf! Muy interesante.
MARÍA ALCHÉ: Te dije un montón de cosas. [Se ríe]
MARCELO MARTINESSI: No, me parece interesante y… No, me quedo mucho con la, con esta idea que tenía como uno de los temas que quería conversar contigo de por qué en tu trabajo siempre lo mundano enseguida se mezcla con lo metafísico, ¿verdad? Esa cuestión de lo doméstico que enseguida toma como una dimensión existencial, pero no lo hace solamente como… A mí me parece que hay mucho coraje, Mery, en eso, porque no lo haces solamente desde el ahora, desde un diálogo, desde una… Lo haces, se mete, habita otro tiempo, habita otro momento, se anima totalmente a ir hacia un lugar en el que, sinceramente, te digo, tiene que haber como mucho coraje para poder traer al presente todas esas historias, todas esas vidas y hacer que, que tiñan, que den forma, que revuelvan lo que está pasando en el presente, es como una inmersión. Vos hablabas en un momento de una pecera y me parece que hay como una sensación de que todo esto, ¿verdad? Toda esta, toda esta otra forma, no tiene ningún pudor en meterse en el presente y en interrumpir, ¿verdad? En interrumpir me refiero en el, en el sentido por ahí más literal, pero también sentí en el, en tu trabajo con Hélène, que hay como mucha sintonía en la forma, al menos en Familia sumergida, en la forma en la que vamos y volvemos, ¿verdad? En el… Hay un nivel de sutileza que a mí me resulta sumamente… Me es un hallazgo, ¿verdad? Siempre… Las veces… Vi Familia sumergida dos veces antes, pero ahora volví a ver sobre todo esas escenas, ¿verdad? Porque creo que es algo de lo que vos hablás mucho, ¿verdad? De ese, de ese ir a lugares donde… ¿A vos te parece que eso, a vos te nace más de la lectura o te nace más de ver un cine por ahí más disruptor?
MARÍA ALCHÉ: Eh, yo pienso que justo hay algo de esa fibra de, de la, la irrupción de algo metafísico en lo mundano que, que tiene que ver más con una experiencia de… Pienso que Familia sumergida tuvo que ver mucho con, con escuchar conversar a mi mamá y a mi tía y, y con el recuerdo de como ellas dos sentadas en, en el living de la casa de mi mamá, que tiene esa particularidad de tener plantas, cortinas y mucha luz, y de pronto sentir que cuando ellas dos se sentaban a tomar café y a charlar a la tarde, se sumergían como en un montón de tiempos. Era como una, un abismo temporal donde entraban a entrar personajes e imágenes y, y siento que algo de la herencia de, de mi narración tiene que ver con, con eso, con esa, esas conversaciones de, de mujeres que, bueno, que no es muy original porque muchos cineastas también tienen esa herencia de mujeres conversando, pero, pero en mi caso en particular, esta tía mía tenía una forma muy atractiva de narrar las cosas y muy visual, donde te contaba exactamente los diálogos que dijo una persona y dónde se paró y cómo alguien conoció a alguien y la miró a través del espejo y se enamoró completamente y después le pasó esto. Y, y como de sumergirte en, en, en un montón de historias muy rápidamente, muy atractivas, que se te quedaban adentro como si las hubieras visto a esas personas. Entonces un poco de presenciar esa posibilidad de, de la palabra, de invocar un mundo y de hacértelo presente y de… y que a su vez eso en su caos combine tiempos y, y tenga la posibilidad de ir y volver, me trajo esta idea de, bueno, esta manera de estar de estas mujeres y de narrar, es mucho más caótica que, que, nada, hablar de un tema o de una realidad o algo que va y viene, entonces cómo la película y los diálogos de ella podían tener esa forma narrativa, ¿no? Y quizás también esta idea de lo místico, ¿no?, en medio de lo más banal, esto que vos decís, como yo también pensaba mucho en esa distancia entre lo híper doméstico y los problemas con los que uno tiene que lidiar para sobrevivir y, y como esta dimensión metafísica que creo que, que aparece en, en… Digo, tiene la posibilidad de aparecer, ¿no?, de conectarnos con algo de otro orden. Y quería que la película tuviera eso.
MARCELO MARTINESSI: Y tiene también la forma plástica. A mí tu relación con las cortinas, porque si mal no recuerdo, los títulos de inicio de Familia están sobre cortinas y después esas cortinas van a ganar esa posibilidad de… Porque yo recuerdo de niño envolverme en cortinas y recuerdo que te lleva a otro, te lleva a otra dimensión, ¿verdad? Es como que esa, esa oscuridad, esa… hay tacto, hay un montón de cosas que en ese envolverse en una cortina te dan la posibilidad de habitar otro momento, otro tiempo, otra circunstancia. Y me parece que Familia sumergida es una película de cortinas.
MARÍA ALCHÉ: Totalmente, sí. Y también es una película como, para mí, de juegos de infancia, de las cosas que uno hace de chico, no sé, de esconderse, de percibir mucho una textura por, por estar en un lugar. Y yo me acuerdo que de chica íbamos a una quinta que tenían mis padres y, y, y estaban todos los adultos después de comer como medio ahí conversando y yo tenía sueño y había dos colchones y me metí como a dormir entre dos colchones. Y en un momento se empezaron a asustar y no me encontraban y me empezaron a buscar y yo escuchaba que me estaban buscando y por un rato como que no, no decía “¡Estoy acá!” y era como escuchar todo lo que iba pasando desde ese lugar donde uno se puede meter cuando es chico, que es entre dos colchones y que nadie se dé cuenta que estás ahí porque sos muy chiquitito. Entonces un poco también lo de la… meterse en una cortina, estar adentro de una planta, como algo de lo, de lo micro y de lo macro, también era algo que estaba muy presente en la película. Y en ese sentido, sí tiene un espíritu como de niño, de jugar, de cosas que uno–cómo uno percibe las cosas a veces de chico, las texturas, los colores.
MARCELO MARTINESSI: Los sonidos, ¿verdad? Yo me imagino que entre esos dos colchones habrás escuchado las voces como más lejanas, ¿no?
MARÍA ALCHÉ: Totalmente, sí. O las cosas que a uno le divierten hacer, como meter la cabeza abajo del agua o hacer sonidos con la boca, disfrazarse, encontrar ropas. Creo que la película tenía algo de este espíritu, ¿no? De personajes que… No sé, se va el papá de la casa y cómo van a vivir ese duelo de manera más… como es realmente hacer un duelo. Y pensaba en eso, quizás un duelo no es alguien de negro llorando, sino que es invocar a la persona, ¿no? Tener insomnio a la noche y disfrazarse de esa persona, decir las palabras que hubiera dicho, bailar, reírse, no sé, qué sé yo, todo lo que, lo que aparece en relación a eso, un poco eso era como el espíritu que sostenía esas escenas, ¿no?
FRAGMENTO DE FAMILIA SUMERGIDA
-A lo largo y a lo ancho, sin límites se extiende. No tiene ni lugar ni tiempo… El bosque, por nunca nadie pisado, está cerca y está lejos…
[Se escuchan sollozos]
Acabamos de escuchar un fragmento de Familia sumergida, de María Alché
MARCELO MARTINESSI: Otra cosa que te quiero hablar de tu cine y un poco lo puse aquí en palabras como: hablar un poco de la exploración del deseo y, sobre todo, algo que creo que tienen nuestras dos películas, que es un deseo que rompe normas, ¿verdad? Cualquier norma. Porque de repente la fuerza de ese deseo y el orden social o cultural en el que ese deseo procura existir, generan como una ficción dramática que yo creo que en el caso de Familia sumergida es otra vez, ¿verdad?, tan maravillosamente, ehm, se recorre ese deseo de una manera tan cariñosa, que creo que vos a hablás también de eso, ¿verdad?, que el deseo pasa tanto por la compañía, pero hay algo siempre como de extraño, de ajeno, a lo que, a lo que las normas sociales usualmente empujan, ¿verdad? Hay algo… En algunos casos puede ser apenas una, un gesto que de repente hace que uno se fije y diga “¡La pucha! ¿Qué hay acá que no responde a la norma?”.
MARÍA ALCHÉ: Sí, creo que, totalmente, encuentro esa, esa relación entre, entre las películas. Y, y también esto de la posibilidad de como mujer, el personaje de Mercedes Morán de, de entrar en una zona de deseo, de permitirse desear, ¿no? Otro, otro hombre de otra edad, como abrirse a esa posibilidad de no saber también, eh, qué quiere y dejarse un poco llevar por esa, por ese deseo de compartir. Y también desde el lado de, del joven que se podría sentir atraído por la hija, también ver en esta mujer más grande como, nada, eso, me interesaba justamente ese lugar donde, donde se pueden cruzar los deseos y no responder como a una lógica. Bueno, en ese sentido estoy pensando en la película de Fassbinder, La angustia corroe el alma, ¿no?
MARCELO MARTINESSI: Ajá, Fear Eats the Soul.
MARÍA ALCHÉ: Esos vínculos lindos donde y por dónde pasa ese deseo, qué sé yo, son personas que les pasó eso, les pasó eso y es hermoso de ver. Me encanta ver en el cine eso, como… Es un vínculo que tiene esa disrupción, de decir “¿Pero qué, estas personas se enamoraron?” Sí, se enamoraron y es así. Digo, como también es la belleza del mundo ver eso, ¿no? Esa disrupción del deseo (...)
MARCELO MARTINESSI: Sí.
MARÍA ALCHÉ: (...) que puede brotar en cualquier lado. Me parece que también es político eso. Eh, y esa película también me encanta y me encanta el vínculo que narra esa película y (...)
MARCELO MARTINESSI: Sí.
MARÍA ALCHÉ: (...) la posibilidad que se da de pensar esos personajes juntos, eh…
MARCELO MARTINESSI: Amo esa película, Mery, amo Las lágrimas amargas y La noche de trece lunas, La noche de trece lunas que volví a ver hace poco y creo que hay siempre eso. Me estaba imaginando qué hubiese pasado si Fassbinder le dirigía a Isabel Sarli, imaginate a dónde se fue mi cabeza.
MARÍA ALCHÉ: Sería bárbaro, ¿cómo sería una película con Isabel Sarli dirigida por Fassbinder? Ehm…
MARCELO MARTINESSI: Mery, ¿y me puedes hablar, ya que estábamos hablando de Mercedes, un poco de tus procesos, de eso que llamas “protoensayos”? ¿Cómo te (...)
MARÍA ALCHÉ: ¡Dale!
MARCELO MARTINESSI: (...) acercás a los personajes…?
MARÍA ALCHÉ: Pero contáme primero también vos cómo pensaste el deseo en Las herederas, para cerrar este tema, así también tener tu mirada.
MARCELO MARTINESSI: A mí me parece que en todo, a mí me interesa mucho esa, eso que te decía, esa ficción entre un deseo y una, una cultura o una sociedad en la que ese deseo no tiene lugar porque creo que eso genera un montón de… incluso genera en todos necesidad de tomar postura y creo que eso amplía un poco las posibilidades de cualquier narración. Me parece que, sobre todo en una sociedad tan conservadora como Paraguay, yo siempre siento que hay un deseo feroz de lo distinto en la mayoría de la gente que se hace llamar “pro-familia” o que de alguna manera están todo el día en la misa, ¿verdad? Creo que hay un deseo ahí a punto de explotar y la frustración de, que genera ese deseo es la que hace que la gente se vuelva tan anti, ¿verdad? Tan antiderecho, tan supuestamente pro-familia, tan católica o tan religiosa de cualquier religión, que encuentran como en esa obligación una… prefieren seguir órdenes a permitirse desear. Y creo que todo, en todo ese mundo hay un –ese mundo es como una arcilla muy interesante para moldear, porque… y es de alguna manera algo que a mí me parece que en Paraguay me llama mucho la atención y te diría que es lo que va a unir la historia que estoy escribiendo ahora con Las herederas. Esa cuestión que pasa un poco por no solamente por lo queer como queer, sino por esa, por ese deseo que se escapa en un gesto, en la ropa, en la mirada, en el pelo, en lo que uno escucha, en lo que uno, de alguna forma, cuando uno trata de, de encapsularlo, el deseo siempre tiene un potencial de escaparse. Y eso me parece… Para una sociedad tan conservadora como, como esta, me parece muy fuerte.
MARÍA ALCHÉ: Mmm, sí, totalmente. Todo lo que contás que pasó con, con el personaje de Ana Brun que le decían “lesbiana” a ella, que se la confundían como, como ese rechazo, ¿no? Tan fuerte.
MARCELO MARTINESSI: Acá con Las herederas pasaron cosas muy fuertes. Hubo una persona que dijo que la gente no tenía que ir a ver la película porque de la pantalla salían rayos que te lesbianizaban, entonces… ¡Imagínate!
MARÍA ALCHÉ: Los rayos lesbianizantes.
MARCELO MARTINESSI: Claro, te salían de la pantalla y vos veías la película y te lesbianizaban porque estábamos financiados por europeos, ¿verdad? Y ahora incluso hay gente que en Paraguay, en este momento, tenemos un debate feroz porque hay una donación para educación de la Unión Europea y se decidió rechazar la donación de Unión Europea, que era para cuestiones vinculadas a lo académico, pero también a lo físico, a las estructuras de las escuelas, a la merienda escolar, se decidió rechazar varios millones de dólares y entrar en un conflicto diplomático porque la mayoría de la Cámara de Diputados y Senadores, te estoy hablando de la Cámara de Diputados y Senadores, defiende que la Unión Europea al aportar para educación, va a volver a los niños gays y a las niñas lesbianas. Entonces están rechazando un dinero y generando un conflicto diplomático y eso me recordó un poco lo que pasamos con Las herederas de que la gente tiene como mucho miedo, eh, a lo que no conoce, pero yo pienso que también es un miedo a lo que desea. Es un miedo que sale muy, de un lugar, ¿verdad?, muy interno también de estas personas. Y creo que para mí lo vuelve a lo que no puedo terminar de entender y cuando no quiero terminar… No puedo terminar de entender algo, eso me hace escribir, pensar, buscar escenas, buscar reacciones de estos personajes que puedo escribir y que de alguna manera pertenecen a esa, a esa pequeña prisión.
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En este espacio, María Alché y Marcelo Martinessi hablan de algunas de sus películas favoritas.
MARÍA ALCHÉ: Haciendo un salto en el tiempo y en el espacio y en el estilo, una película que a mí me da, me conmueve mucho, mucho, mucho es Sed de mal, de Orson Wells (...)
MARCELO MARTINESSI: Sí, sí, sí.
MARÍA ALCHÉ: (...) y lo que más me, me conmueve de esa película es el personaje de Marlene Dietrich, que hace…
MARCELO MARTINESSI: Ay, Mery, te iba a decir, te iba a decir, me robaste la palabra de la boca.
MARÍA ALCHÉ: Y me gusta mucho (…)
[Marcelo interrumpe y hablan al mismo tiempo]
MARCELO MARTINESSI: Es un personaje hermoso, no puede creer.
MARÍA ALCHÉ: (...) el final de esa película. ¿Eh?
MARCELO MARTINESSI: No se puede creer ella, no se puede creer ella en esa película.
MARÍA ALCHÉ: No, no se puede creer, es hermosa. Y el final de la película, cuando el personaje de él cae al suelo muerto y le preguntan a ella: “¿Lo querías?”, y ella dice “Él lo quería” y se refiere al otro policía. “¿Pero qué importa? ¿Qué podemos esperar de las personas…?”. No sé, ese momento, ese, ese diálogo de esa película es como… me conmueve profundamente y siempre me lo acuerdo como, como un momento épico así de belleza del cine por todo lo que significa.
MARCELO MARTINESSI: Bueno, Mery, tenemos que hablar de una de nuestras películas que está posiblemente ahí en el arriba arriba, eh, de la que siempre conversamos, que me encantaría que cuando la pasemos en Cine de Barrio la presentes vos.
MARÍA ALCHÉ: Me encanta.
MARCELO MARTINESSI: ¿Qué pasó con Baby Jane?
MARÍA ALCHÉ: Sí.
MARCELO MARTINESSI: What Ever Happened to Baby Jane?. ¿Por qué nos gusta tanto esa película, Mery?
MARÍA ALCHÉ: Creo que tiene algo de, nada, la genialidad que tiene el cine de Hollywood. Bueno, primero dos actrices monstruosas y algo de lo corrido de la película, ¿no?, de lo patético y, y la maldad y lo bello. Algo que también tiene quizás Sunset Boulevard, ¿no? De, de esa belleza corrida y patética y arrastrada y de, y de la vejez y la maldad, sobre todo porque es muy divertida (...)
MARCELO MARTINESSI: Sí.
MARÍA ALCHÉ: (...) la maldad de esa película, más que nada.
MARCELO MARTINESSI: Sí, yo creo que tiene esa, tiene esa maldad demasiado querible, demasiado querible, porque si vos le ponías… Yo no sé si otra actriz u otra forma de encarar la película, pero me parece que hay algo que se consigue en esa película que la maldad sea adorable, ¿verdad? Es adorable. Y también lo decadente que hay en ella, ¿verdad? El maquillaje, la pretensión, que en eso sí se emparenta mucho con la pretensión de Sunset Boulevard. Sunset Boulevard tal vez tiene quotes, tiene citas que son así una locura que no se pueden creer cómo alguien pudo hacer, pudo poner en la boca de Gloria Swanson, eh, algo que realmente estaría en la boca de Gloria Swanson mucho antes de la película, ¿no? Cómo consiguió…
MARÍA ALCHÉ: Pero las dos… Sí, pero las dos comparten eso como de una añoranza por un pasado que se fue (...)
MARCELO MARTINESSI: Sí.
MARÍA ALCHÉ: (...) y como un intento de recuperar y revivir, eh… A mí lo que más me conmueve de Baby Jane es el deseo de ella de volver a bailar como bailaba cuando era chica, ¿no? Como me parece un sentimiento tan humano de querer volver al momento en que fuiste más feliz y me parece que en Sunset Boulevard también está esto de volver a tener su primer plano, ¿no? Como una relación con la imagen, con, con el aparecer y con algo patético que, que me parece tan humano.
MARCELO MARTINESSI: Claro. Hay una escena hermosa en la que a ella le dan… Cuando, cuando ella interpreta en las palabras de Emile, el… que ella va a tener una oportunidad de volver al cine, ella está como rogándole, por favor, ¿verdad?, que quiere volver al cine y apenas se da cuenta de que hay un gesto en él que le abre una puerta y empieza a poner sus condiciones de diva, ¿verdad? “Trabajo solamente de tal a tal horario, quiero esto, quiero lo otro”, es hermoso, es hermoso.
[María se ríe]
MARÍA ALCHÉ: Sí, sí, sí, qué hermoso. Me acuerdo que volvimos a ver juntos Mulholland Drive una vez, que también fue muy lindo volver a verla. y como algo de, nada, ver esa película en cine y en toda su complejidad y, y vos me dijiste algo así como que si en algún momento hay que entender este siglo, esta película va a ser la que mejor narre como, nos permita comprender algo de la humanidad, ¿no? No sé, capaz que ahora ya…
MARCELO MARTINESSI:No, sí, a mí me, a mí me… ¡No, claro que sí! A mí me encanta Mulholland Drive y sobre todo me acuerdo de la sensación de todo lo que uno siente cuando ve esa película. Hay algo de tiempo presente en Mulholland Drive que es muy emocionante, que ese momento que estás viendo la película es muy fuerte. Es como una, es como estar en una, no quiero usar la analogía de una montaña rusa, pero es como, es una sensación muy fuerte… que no, no sentí casi con, no sentí con muchas películas de él esa me es mucho más fuerte.
Segunda parte
MARÍA ALCHÉ: Eh, ahora puedo preguntar un poco yo… Porque me estás preguntando muchas cosas, Marcelo.
MARCELO MARTINESSI: [Se ríe] Dale.
MARÍA ALCHÉ: Vamos a empezar hablando un poco de tus cortos. Eh, me gusta mucho el corto Calle última. Me parece…
MARCELO MARTINESSI: Lo imaginé.
MARÍA ALCHÉ: (...) muy hermoso. Esa, ese primer plano que empieza con la chica que no tiene zapatos y, y cómo a partir de ahí se despliega todo un mundo de las calles, de los chicos esos, de la, de la chica que vende naranjas y tiene el bebé y dice que ese bebé va a hacer otras cosas en su vida y también algo de lo que hablábamos antes, de ella cuando va a intentar comprar zapatos y la mujer que está hablando de un baile, que bailan desnudas, como que se mete en otros temas. Me parece que en ese corto hay como una semilla de Las herederas en el sentido –no porque son, es como otra clase social y otros personajes, pero sí como de algo entre el color, la puesta en escena, los diálogos, la posibilidad de combinar distintas cosas, un poco preguntarte cómo, cómo había sido ese trabajo inicial, porque es del 2010, antes de tu película. Y eso, ¿cómo lo veías vos?
MARCELO MARTINESSI: Para mí fue uno de los trabajos de más aprendizaje. Yo creo que siempre llego a los cortos por curiosidad y me habían contratado de una de estas cooperaciones, no sé si era, creo que era Unión Europea o UNICEF, para hacer un documental acerca de los niños en situación de calle, algo que me resultaba sumamente aburrido, ¿verdad? Porque dije “Dios mío, yo contando la historia de estos niños sin ningún tipo de posibilidad de…” Realmente, me parecía a mí, porque aparte yo no sé hacer documentales, me parecía demasiado difícil poder meterme a ese mundo de una forma nueva o interesante. Entonces lo que les propuse a ellos fue hacer ficción, les dije “¿Por qué no usamos este dinero para juntarnos varios fines de semana con esta cantidad de niños y niñas en situación de calle, en un campamento, tipo de viernes a domingo, y que ellos escriban historias, eh, de repente con, con la policía, historias con la maestra, historia con los padres, casi siempre historias con esas figuras bastante autoritarias de las que ellos me hablaban cuando empezamos a conversar y que tenían alrededor suyo?” Y hacíamos cortos como jugando –tengo hasta ahora guardado los cortitos que hacíamos– y que de alguna manera en la que ellos representaban pequeñas situaciones que les pasaban en la escuela, en la comisaría cuando le, la policía les detenía por algún robo o alguna cosa, alguna cosa así, y también la situación, este…
[María interrumpe]
MARÍA ALCHÉ: ¿Pero cómo era esto del campamento? O sea, ¿cómo era bien lo del campamento de viernes a domingo?
MARCELO MARTINESSI: Nos íbamos a una, a un lugar a vivir durante un fin de semana, una especie de quinta, que tiene, que tenía como doce habitaciones y vivíamos ahí y nos despertábamos a la mañana, desayunábamos y empezábamos a hablar, a veces yo le traía a algún actor o a una actriz que les muestre alguna cosa, que les haga un monólogo, que les haga reír un rato, que les rompa el hielo y a partir de eso empezábamos a conversar, vivíamos en grupo. Me fue muy, muy lindo y lo hicimos con, lo hice con ayuda pedagógica de algunas amigas o amigos, de acuerdo a qué, a qué fin de semana ellos podían y recuerdo como un momento de aprendizaje feroz, porque realmente ahí surgían un montón de cosas que a mí no me, no me parecían, desde donde yo estaba parado, que no me parecían… ganaban peso. Algo como eso, ¿verdad? Como no tener un uniforme escolar, ganaba un peso que yo hasta ese entonces no me podía imaginar. Y creo que eso es lo que pasa cuando te animás a habitar otras vidas. A veces una persona puede sentir un enorme peso en algo que, visto desde afuera, nos parecería natural o normal. Entonces creo que en ese… aprendí muchísimo en esa, en esos campamentos, en esos encuentros y fue a lo largo de un año. A lo largo de ese año, eh, dos niñas que tenían una catorce y otra quince, fueron madres. La de catorce años fue madre por segunda vez y era como una cuestión para mí muy fuerte. También la, los conflictos que había entre ellos, el hecho de que Paraguay le obligaba a esta niña abusada a volver a irse a la casa a vivir con el abusador, ya con el bebé. O sea, toda una, una tragedia muy grande que de alguna manera me di cuenta que, por otro lado, ellos no querían contar. Me parecía que las cosas de las que más hablábamos eran cuestiones que eran muy pequeñitas, pero que eran el origen de todo, ¿verdad? Y la deserción escolar en Paraguay se da en gran medida porque hay desigualdad en la escuela, porque un niño tiene un uniforme más lindo que otro y le hacen bullying al que no tiene zapatos, entonces el que no tiene zapatos ya se deja ir a la escuela porque no tiene zapatos. Entonces…
MARÍA ALCHÉ: Sí, se ve esa crueldad en el corto. Y también pensaba que el tema de fondo es la deserción escolar y es esas madres y como está tan bien narrado sin un prejuicio, tal cual. Ahora que me contás todo esto de que estuviste un año, se nota que es un trabajo que, que requiere… eso, tiempo para sacarse la mirada de prejuicio que uno que tiene comida y casa podría como observar sobre alguien que vive esa realidad. Se nota como esa vuelta que, de haber pasado tiempo, ¿no?
MARCELO MARTINESSI: Hay, hay un artículo hermoso que habla de un cineasta que a los dos nos inspira mucho, que es, eh, Cassavetes. Y cuando una, cuando una… Uno de los libros que habla de Cassavettes escribiendo, dice, eh: “Escribir hasta desaparecer”. Y creo que hay trabajos que cuando uno más desaparezca, más brillan, más, se vuelve más honesto, más fuerte, más humanos. Y creo que Calle última yo tenía que hacer ese ejercicio enorme de desaparecer para permitir, para no poluir, para no intoxicar este mundo tan fuerte del que estaba siendo testigo.
MARÍA ALCHÉ: Total. Se nota mucho eso en el trabajo, esa desaparición tuya y para que aparezca ese mundo. A mí también me pasa cuando estoy escribiendo que siempre reconozco ese momento donde estoy tratando que los personajes hagan una cosa determinada y está como el guionista que va moviendo los hilos hasta que en un momento lográs que el personaje empiece a decidir cosas que no estás pensando, ¿no? Me parece que ahí es ese momento de la desaparición que uno está buscando todo el tiempo. Con la actuación pasa lo mismo, ¿no? El momento en que, en que dejás de pensar para, no sé, algo de esto que vos decías, de que la realidad es mucho más interesante que, que las ideas que uno puede tener en su cabeza con, con sus prejuicios.
MARCELO MARTINESSI: Sobre todo hay casos, hay casos, Mery, que ahí te quiero plantear también esto porque de repente me voy al personaje de Mercedes en Familia sumergida, me voy al personaje de Chela en Las herederas. Hay veces que esos personajes tienen componentes nuestros que te… por ahí te obligan a hacer un poco el otro ejercicio: hacer el ejercicio de meterte en la piel con tus prejuicios, con tu mundo, asumirte como parte de ese personaje y buscarte también en alguna reacción, en alguna forma que ese personaje asume a lo largo de la película.
MARÍA ALCHÉ: Pero… quizás también sería interesante que nos cuentes cómo, cómo fue el proceso de pasar de esto, un corto como Calle última, que igual después hiciste La voz perdida y otros cortos, pero son diferentes. ¿Cómo, cómo, cómo es la relación en, en Las herederas entre ese fondo documental que tiene que ver con, con tus tías y su mundo, a la ficción? Como, como desaparecer ahí o qué de la realidad y qué de la ficción.
MARCELO MARTINESSI: A mí me parece que esto atraviesa un poco, en mi experiencia, por mi trabajo en la televisión pública, porque el trabajo en la televisión pública, evidentemente en un país sumamente, en un país que estaba atravesando por un momento muy delicado, ¿verdad? Tenemos en Paraguay un mismo partido de gobierno y de repente hubo una pequeña, un pequeño momento en el que el Partido Colorado sale del gobierno y entra, no quiero hablar puntualmente, o sea, un exobispo que se convierte en presidente, un grupo de gente que tenía, que venía más de otras experiencias, que trata de sumar a ese momento porque no se sentía vinculado a la construcción política anterior. Y el hecho de que se haya creado una televisión pública, el hecho de haber participado de ese proceso, a mí me permitió entrar a debates, entrar a situaciones muy fuertes, sobre todo por cómo terminó ese proceso, con lo que para mí es un golpe de Estado, con… De alguna manera el retorno al pasado, ese ejercicio, todo eso que pasó en Paraguay, en lo que más me ayudó fue a situarme en Paraguay. O sea, a entender los privilegios como privilegios, a desnaturalizar la enorme desigualdad. Y a partir de ahí, como mirar y decir “¿De dónde vengo? ¿Qué historia puedo contar que sea de aquí, que sea de este lugar en el que había sido… yo estoy situado?”. Entonces, para mí Las herederas era en gran medida un descubrimiento.
MARÍA ALCHÉ: ¿Y vos sentís que algo de eso es lo que le pasa al, al personaje de Ana Brun?
MARCELO MARTINESSI: Siento que la historia evidentemente habla de personas que deciden encerrarse por no… o sea, que deciden no estar prácticamente, ¿verdad? Por una, en primer lugar, por una, tal vez opción sexual, deciden como invisibilizarse, que es algo yo creo que es muy común en sociedades como muy conservadoras como la de Paraguay, ese deseo de un poco habitar una cárcel, un encierro, una invisibilidad. Y cuando la situación económica les obliga a salir, pasan cosas, que es para mí lo que pasó en ese proceso, para mí lo que nos obligó como sociedad, ese, ese pequeña, esa pequeña primavera de otros colores que hubo en Paraguay, pues nos obligó a un poco eso que hace Ana Brun, a manejarnos, a empezar a tomar el volante, disculpame que sea así de literal, ¿verdad? Pero sí, se entiende tomar el volante y poder de alguna manera empezar a buscar hacia donde nos queremos ir. Y creo que en mis reflexiones sobre esa historia siempre tomaba como ese quiebre, como esa crisis, ¿verdad? Porque creo que el personaje de Chiquita que hace de Margarita Irún es un poco autoritario, siempre le resuelve todas las cosas a su pareja y cuando ese personaje se va preso, como nos pasó a nosotros con Stroessner, que se va preso a Brasil, tuvimos que como empezara buscar otra forma de vivir y nos enamoramos, que de alguna manera a mí, yo, ese período, yo me sentí muy enamorado de Paraguay. Yo quería estar aquí, que es algo que pocas veces (...)
MARÍA ALCHÉ: Claro.
MARCELO MARTINESSI: (...) sentí en Paraguay. Siempre, siempre siento como un deseo de escaparme, de viajar, de estar en otro lado, pero creo que en ese momento sentía muchas ganas de estar aquí.
MARÍA ALCHÉ: Bueno y además, parte de las consecuencias de también de ese proceso que decís, es que ahora pusiste un cine, ¿no?
MARCELO MARTINESSI: Sí, tenemos ahí un, un, un proyecto de, que estamos viendo cine de autor en Paraguay, cine, cine clásico, cine latinoamericano, y creo que más que nada tiene que ver con compartir, ¿viste? Cuando uno tiene, tiene algo que ama mucho, quiere compartirlo y me parece que Paraguay al tener solamente, no tenemos una sala como la Sala Lugones, no tenemos una Cinemateca tan genial como la Cinemateca de México, entonces, de repente, suplir un poco esa carencia con estos momentos en que nos juntamos entre quince, veinte personas a ver una película y a debatirla. Es hermoso ese proyecto, que es como parte un poco tal vez de esa resultado de todo esto, ¿verdad? Ehm… hay una reflexión tuya que me interesó mucho, que leí por ahí y que decías “A veces siento que me dedico a una actividad que no sabemos si va a desaparecer. ¿Van a ganar por completo las series o seguirán las salas de cine? ¿En qué lugar quedará todo?”, ¿verdad? Y esto me empuja, Mery, también, no solamente a esto puntualmente que decís aquí, que tiene que ver con las salas de cine, sino me empuja también a pensar en la relevancia que va a tener el cine en el futuro como experiencia colectiva.
MARÍA ALCHÉ: Tengo muchas reflexiones de eso porque tuve la oportunidad, cuando estuve en San Pablo, de ver Retratos fantasmas, de Kleber Mendonça, que habla justamente de las salas de cine. Las salas del cine en las que él se crió en Recife y cómo eran esas salas. Y bueno, no te voy a spoilear la película, pero en algunas partes va haciendo como un recorrido de cuáles están convertidas en iglesias universales, cuáles están convertidas en un negocio de electrodomésticos y, y esta transformación de, de ese templo donde la gente iba en la oscuridad como a ver cine y ahora van a rezar, por ejemplo, en el caso de, de las iglesias universales, que hay tantas en, en, en Brasil, y acá también hay muchos cines convertidos en iglesias. Entonces, hay como un chiste medio irónico de la película en relación a esas salas que a las que uno iba como templos a ver películas y esa era como la religión del cine, alquimizarse, ¿no? Porque en definitiva a eso va uno a una película, ¿no? A, no sé, que, que te pase algo en el cuerpo, a salir distinto. Y creo que, que la posibilidad de las películas y de verlas colectivamente, no sé, es como, como algo que viene desde el mundo griego, ¿no? De la tradición del teatro, de algo de una catarsis colectiva, de algo de una experiencia que, que tiene que ver con, con estar con otros presenciando algo.
FRAGMENTO DE LAS HEREDERAS
-¡No sé fumar!
-Pero así, un poco, dale. Te voy a mostrar como mis tíos me enseñaron. Cerrá tus ojos, cerrá. No vayas a abrir. Eso. Abrí un poco tu boca ahí. Eso. Un poco nomás. Cerrá un poco. No vayas a tragar. Eso, poquitito. Ahí está.
[Tose]
Acabamos de escuchar un fragmento de Las herederas, de Marcelo Martinessi
MARCELO MARTINESSI: Quería preguntarte de tu proceso, porque creo que hay algo que me interesó ahí, que vos a veces ensayás más para vos que para los actores y, no sé, me parece que es algo que hacemos, pero no sé si hablamos mucho de eso, que en los ensayos a veces los pobres actores piensan que estamos ensayando porque ellos no pueden llegar a algo o porque ellos… Y yo casi siempre trato de explicarles, por eso me gustó esa definición de “protoensayo”. Casi siempre le digo “No estás ensayando… estás ensayando para mí, porque yo no tengo idea de si esto que escribí va a realmente tomar vida, si esta escena que yo tengo en la cabeza o esta escena que está en el papel, tiene sentido en un, en el mundo que estamos creando para la película”. Entonces, a veces yo –te digo porque tengo una larga historia de jugar con Playmobil, durante toda mi infancia y a veces digo “¿Será que no la estoy usando?”, porque ensayo muchísimo, Mery. Y digo “¿Será que no estoy cometiendo el error de playmobilizarles a los actores porque tengo deseo de saber si eso funciona o no funciona?”. Y trato de ser lo más como un… trato de humanizar esa, mi parte monstruosa, y tratar de realmente tener un diálogo sobre esto con los actores para que no sientan que de alguna manera estamos ensayando porque hay algo…. El actor, sobre todo, me parece que en Paraguay, que tenemos mucha menos experiencia compara… comparado a Argentina, siente de alguna manera por ahí intimidante ensayar una misma escena durante dos semanas. Pero muchas veces eso tiene que ver con, con una, con una alianza, con una, con, con un compañerismo que uno quiere tener con el actor para ver si podemos llegar a algo que la escena, eh, dos semanas atrás no tenía y que de repente hoy aparece.
MARÍA ALCHÉ: Sí, totalmente. Yo di mucho tiempo clases de dirección de actores y una cosa que me encanta tratar de explicarles a las alumnas y a los alumnos que están estudiando para dirigir, que siempre aparece siempre esa cosa del estudiante, que viene un actor y empieza como una autoridad y a decirse todo “A ver, párate acá, hacé esto, hacé otro” y los pobres actores que vienen a trabajar a las clases están como a merced de esa autoridad. Me gusta primero marcar más que nada como este lugar más vulnerable del director o de la directora, decir “Bueno, quizás no sé yo cómo dirigirte y estos ensayos” –un poco en línea con lo que decías vos– “son una excusa para que yo encuentre la manera en la cual…”, como… Me parece que poner al actor o a la actriz en un lugar más de poder, de decirle en lugar de inseguridades, el mío, la persona que no sé cómo llevar adelante esto soy yo, le puede dar al otro también esa, esa tranquilidad de que lo está ensayando para, para venir a cumplir y a llevarse un felicitado diez al final del ensayo, sino porque el director o la directora… Digo, me gusta ese lugar más vulnerable de la dirección que asume su, sus preguntas, ¿no? De que en el ensayo se está preguntando cosas. Y también me parece a mí que, que también hay algo como del amor con los actores, ¿no? De que cuando… Pienso que cuando alguien siente confianza y se siente en un espacio seguro de confianza, está mucho más dispuesto a probar ir más allá de lo que, de, de lo que haría. Creo que a alguien que confía y que se siente tranquilo y en un espacio seguro, ya sea en un ensayo o en un set, es capaz de hacer muchísimas cosas y de ir hacia zonas totalmente inexploradas y, y más extrañas y hasta desconocidas, pero para eso tiene que sentir la confianza de que está siendo llevado por un espacio seguro. Entonces me parece que los ensayos, depende del caso, ¿no? Pero también es construir esta confianza, es decirle al otro “Estoy acá, te vas a poder equivocar, te vas a poder ir lejos que, que te estoy mirando y estoy en un lugar vulnerable con vos, acompañándote hacia esas emociones”, que un poco relacionándola con los personajes que decíamos, donde quizás alguien es monstruoso pero es bueno o es bueno pero tiene su maldad o es sensual pero tiene su represión, como donde todos… es un borde más complejo y uno, y el actor es quien va a encarnar esto. Me parece que, que los ensayos también son construir esa confianza y ese lenguaje, o, no sé. A mí a veces en los ensayos me gusta gritar, me río o digo cosas y también es medir con qué, a qué actores se sienten cómodos o les gusta eso o no.
MARCELO MARTINESSI: Qué interesante, Mery, porque me acuerdo mucho de cuando viniste a ayudarme con las actrices de Las herederas de esa semana que…
MARÍA ALCHÉ: ¡Estaba pensando en eso, sí!
MARCELO MARTINESSI: Y que de alguna manera fue eso, ¿verdad? Fue permitirme –me acuerdo que yo te decía “Mery, yo no me animo a tocarles a estas señoras y no me animo de repente…” O sea, me faltaba esa, ese coraje que de repente esa semana tuya me dio, así que mil gracias, Mery, porque creo que realmente…
MARÍA ALCHÉ: Sí, yo también creo que recuerdo un día muy lindo que estábamos con Ana Brun y nos estábamos preguntando por, por ese personaje y creo que ella empezó a decir un poema y se empezó como a emocionar mucho y lloraba cada vez que lo decía y fue como una tranquilidad, creo que para mí y para vos, de que, de que era una actriz que tenía a mano su emoción, ¿no? Que apareció eso, como la vulnerabilidad. Y apareció a raíz de que ella empezó a decir un poema. Pero son como, como fibras que uno toca y dice “Bueno, acá se te abre este portal que son las emociones y a veces uno hace ese camino en los ensayos para después poder recuperarlo en el rodaje”. Y bueno, y después justamente ganaron el premio a Mejores actrices en, en Berlín. Y fue también algo lindo que le pasó a la película.
MARCELO MARTINESSI: Sí, a ella en particular, ¿verdad? Que venía de actuar (…)
MARÍA ALCHÉ: A ella en particular.
MARCELO MARTINESSI: (…) mucho tiempo, que tenía una experiencia en teatro, pero nada en cine. Y a mí, yo me preguntaba nomás qué queda de eso, porque ahora que estoy en un nuevo proceso, para cerrar un poco… A mí, yo hablaría contigo dos horas de solamente actuación, Mery, porque todo lo que dijiste recién me fue así muy iluminador en cuanto a entender tu método de trabajo, eh... Me pregunto qué queda… Te quiero contar el proceso en el que estoy. Estoy en ese proceso de construcción de confianza con la gente con la que quiero trabajar y a veces me sirve más salir a tomar un café y hablar de qué hicieron el fin de semana que un espacio de ensayo en el que los dos tenemos la tensión de que parece que tenemos que seguir algo, ¿se entiende?
MARÍA ALCHÉ: Totalmente.
MARCELO MARTINESSI: De que tenemos que hacer algo, entonces estoy descubriendo mucho más placer en el encuentro informal y en el contarme historias. Casi siempre me, me, me sirve mucho contarle una historia por ahí, que me da un poco de vergüenza, al actor o a la actriz, y a partir de eso recibir también como regalo historias que me permiten entenderle a esa persona.
MARÍA ALCHÉ: Totalmente.
MARCELO MARTINESSI: Y también por ahí en mi cabeza hago conexiones, porque yo creo que es mi modo de trabajo, más que llevarle al actor hacia el personaje, el movimiento contrario, ¿verdad? Es llevar el personaje hacia el actor. Cuando sos guionista, director, es muy rico y te permite habitar y probar cosas que de otra forma no descubrirías.
MARÍA ALCHÉ: Totalmente. A mí esto de contar historias me parece que a uno le puede parecer “Ay, ¿qué estamos haciendo?”, pero siempre en las historias que se cuentan hay un, me parece que puede aparecer como un elemento o algo que después, eh, uno puede utilizar en un ensayo para atraer y que esa palabra active, no sé, un color, una manera de estar, digo, a diferencia de, de otras disciplinas dentro del cine, que son más técnicas como, no sé, cuántos puntos se abre un diafragma, qué se ve con un determinado lente o con otro, el lenguaje de la actuación es un lenguaje que con cada persona se tiene otra naturaleza, entonces cada vez pareciera que hay que cubrirlo otra vez. Hay una actriz que yo quiero mucho, que siempre, de alguna u otra manera, trabaja en todos mis cortos y en mis película que se llama Claudia Cantero, que da siempre clases de actuación y ella una vez me dijo una cosa que me marcó mucho. Ella dice “En la actuación uno actúa a, (…)”, bueno, en el caso de ella siendo mujer, “(...) a dos o tres mujeres de su familia”, como lo que uno actúa, ¿no? Cuando ella desde el lugar de actriz me decía “Si me enojo, si actúo un llanto, si actúo determinada emoción, uno actúa a gente que conoció”, como que también esas historias que uno narra o esas personas que conoció, son la forma narrativa que lleva un actor, ¿no? Porque de pronto una escena dice, no sé, “llega una mujer y no sé, hace un escándalo”, bueno, ¿cómo es ese escándalo? Puede ser de mil maneras, puede ser a los gritos, puede ser revoleando cosas, puede ser moviendo las manos, puede ser con la voz baja y de pronto un grito. Digo, toda esa forma, ¿de dónde se abreva? De cosas que un actor vio, no sé, escenas que presenció, cosas que vio en la calle o tiene como formas actorales de, de cosas que escuchó mucho y repite. Y eso también me parece interesante. Por eso también nos gusta un actor u otro, porque, porque abreva en algo que también le es familiar para ir a una emoción o a otra, es como también un, un repertorio de gestos.
MARCELO MARTINESSI: Mery, ¿y el futuro? ¿Cómo ves ahora Puan, tu nuevo proyecto? ¿Qué cosas te seducen? ¿Qué cosas te dan ganas de hacer?
MARÍA ALCHÉ: Y ahora, el futuro en este momento en Argentina, estamos como angustiados por todo lo que está pasando con, con las elecciones, con la posibilidad de que tengamos cuatro años de un gobierno de ultraderecha y, y eso ha empañado las, los últimos días con mucha preocupación y bueno, con la necesidad también de accionar y ver eso. No sólo preguntas más profundas como: “Bueno, ¿qué es todo lo que falló para que lleguemos a esto?”, sino también más actuales de la urgencia de cómo hacer, qué hacer, ¿no? Y, y Puan un poco… Bueno, es una película que co-dirigí con Benjamín Naishtat y el personaje protagónico es un profesor de filosofía y a partir de ahí narra el universo de la universidad y bueno, al ser una codirección también tiene esa cosa de, de combinarse con el lenguaje de otro y aprender de eso, ¿no?, de eso narrativo que, que trae… Bueno, como en el caso de Benjamin Naishtat, que viene de hacer una película como Rojo y cómo dialogar con, con ese, con ese otro mundo. Así que bueno, un poco eso, esperando el estreno y bueno, con ganas de verte pronto, de ir pronto para Paraguay o verte en algún lado y conversar.
MARCELO MARTINESSI: Me gustó la idea de que vengan en auto, me gustó la idea, Mery, de que vengan en auto. Acá hace mucho calor, pero creo que podemos armar algo para que vengan, me encantaría que vengan en auto porque creo que es un viaje hermoso. También yo a veces siento que en avión uno se pierde esa transición entre Buenos Aires y Asunción.
MARÍA ALCHÉ: Me encanta la idea de ir en auto en Asunción.
MARCELO MARTINESSI: Me parece que es muy poco dos horas de avión para poder procesar la distancia que hay entre Buenos Aires y Asunción, que es una ciudad un poco más quieta…
MARÍA ALCHÉ: Me parece bien.
MARCELO MARTINESSI: Un poco más tranquila. Bastante más calurosa.
MARÍA ALCHÉ: Te voy a ir a visitar en auto. Y vamos a ir a recorrer todos los lugares y a probar todas las sopas paraguayas y los chipá guazú que, que me recomiendes.
MARCELO MARTINESSI: Dale. Y podemos ver también las películas, Mery, compartir con la gente las películas de ustedes que son maravillosas y que sabes que yo, eh, admiro muchísimo y tengo muchas ganas de que más gente aquí las pueda ver.
MARÍA ALCHÉ: Bueno, me encanta. Me encantó conversar con vos.
MARCELO MARTINESSI: A mi también, Mery, te mando un beso grande, grande.
MARÍA ALCHÉ: Un beso muy muy grande..
MARCELO MARTINESSI: Para vos y para la familia. Dale. Chao chao.
MARÍA ALCHÉ: Chao.
ENCUENTROS, un podcast de MUBI en español. La plataforma de cine seleccionado a mano.
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Escucha otros episodios de nuestra quinta temporada de ENCUENTROS de MUBI Podcast con Víctor Gaviria, Laura Huertas Millán, Elena López Riera, Fernando Trueba, Teddy Williams, Natalia López Gallardo, Luis López Carrasco y Lois Patiño.
Esto fue ENCUENTROS de MUBI Podcast, con la participación de María Alché y Marcelo Martinessi
Idea: Efe Cakarel, Sandra Gómez, Jon Barrenechea y Ricardo Giraldo
Producción: Ricardo Giraldo y Fernando Peña
Productores ejecutivos: Efe Cakarel, Sandra Gómez, Jon Barrenechea, Diego Luna y Gael García Bernal
Investigación, guion y transcripciones: Andrés Suárez
Apoyo en guion y transcripciones: Fernando Peña
Coordinación de invitados: Mónica Pérez
Edición y música original: Andrés Solís
Voz: Elvira Liceaga
Marketing y comunicación: Sofía Chacón y Fabiola Quintero
Grabación de María Alché en Argentina: Agustín Alecha en MCL Estudio
Grabación de Marcelo Martinessi en Paraguay: Germán Acevedo en Post Audio
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